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La “Autobiografía de Iñaki de Loiola”. Algunos aspectos interesantes

Raul Guillermo ROSAS VON RITTERSTEIN

Es sin duda mucho lo que se ha escrito sobre el fundador de la Compañía de Jesús. Un arco que abarca definiciones tan contrapuestas como ‘modelo de vasco universal’ hasta ‘uno de los peores enemigos de las libertades vascas’. Todos en general maguer construídos sobre hechos ciertos, nacidos de la aplicación desfasada en el tiempo de conceptos mucho más cercanos a nuestra época que a la de Iñaki. En este caso nos interesa destacar dos o tres aspectos aislados de su “Autobiografía” que pueden resultar atractivos y contribuyen a la vez a ampliar nuestra comprensión del personaje en su dimensión humana.

Cabeza de Iñigo de Loyola obtenida directamente de la mascarilla

Cabeza de Iñigo de Loyola obtenida directamente de la mascarilla.

Como es sabido, Iñaki siempre se mostró extremadamente reacio a hablar acerca de sí mismo, debido seguramente en parte a que no se sentía bien con respecto a ciertos hechos de su vida previos a la famosa conversión tras ser herido en el sitio de Iruña de 1521. Ya avanzado en edad, y aquejado por la enfermedad, fueron algunos de sus compañeros de la Sociedad, de Polanco y Nadal, quienes trataron de convencerlo de que dejara algún escrito edificante como legado para el instituto al que había dedicado su vida, pero solamente la mediación de un hermano portugués, el padre da Câmara, llegaría a vencer por fin la resistencia del futuro santo a declarar datos sobre su vida. Y precisamente el padre Luis Gonçalves da Câmara1 sería el encargado de transcribir los informes brindados por Loiola.

El texto en sí es muy corto, claro y conciso, como corresponde al viejo militar que Ignacio era, y ha sido naturalmente investigado a fondo por diversos autores ya desde su redacción inicial. La forma misma en que fue escrito ha generado errores e incongruencias menores que el tiempo y el estudio se han encargado de aclarar, de modo tal que hoy disponemos de trabajos introductorios completos que disipan cualquier duda que pueda ocasionar su lectura. No es este nuestro tema y recomendamos al respecto el trabajo del padre Tylenda2 como una edición muy adecuada para quien quiera conocer más sobre la “Autobiografía” del santo guipuzcoano. Veamos someramente algunos puntos de la misma que nos han llamado la atención.

Cap. V - 52/3 Españoles y franceses por la fuerza de las circunstancias, pero antes vascos.

Esto nos trae ciertas reminiscencias de aquel cuento de Campión, “Pedro Mari”, variantes de un mismo tema cuasi eterno, aunque entre la biografía de Iñaki de Loiola y la ficción del novelista navarro medien más de 200 años. Iñaki se dirige de Ferrara a Génova en 1.524 y, pese a ser advertido del riesgo que corre por la guerra entre los reyes español y francés, no ceja en su empeño. Naturalmente es detenido bajo sospecha de ser un espía. Tenido en principio por débil mental es liberado, para al poco tiempo caer de nuevo en manos de las fuerzas del rey de Francia:

“Él tenía por costumbre de hablar, a cualquiera persona que fuese, por vos, teniendo esta devoción, que así hablaba Cristo y los apóstoles etc. Yendo ansí por estas calles, le pasó por la fantasía que sería bueno dejar aquella costumbre en aquel trance y hablar por señoría al capitán, y esto con algunos temores de tormentos que le podían dar etc. Mas como conosció que era tentación: pues así es, dice, yo no le hablaré por señoría, ni le haré reverencia, ni le quitaré caperuza. [...] Y llevándolo al capitán, que era francés, el capitán le preguntó entre las otras cosas, de qué tierra era: y entendiendo que era de Guipusca, le dijo; ‘yo soy de allí de cerca’, paresce ser junto a Bayona; y luego dijo: ‘llevalde, y dalde de cenar, y hacelde buen tratamiento’”.

La recia personalidad del ex soldado no se decide, pese al riesgo, a humillarse frente al oficial de las tropas francesas. Iñaki continúa luchando contra su vieja forma de ser. Más adelante, el ser ambos vascos, el “francés” y el “español”, le salva del riesgo cierto de ser muerto como espía. El Pedro Mari de Campión no gozó de esa suerte al ser tenido por desertor, pero por ese tiempo ya la Modernidad con su cortejo declamado de libertad, igualdad y fraternidad a aplicar por aparatos estatales bien capacitados para la represión, venía haciendo de las suyas descartando paulatinamente las viejas formas de sociabilidad

69 Las relaciones familiares

Firma de Iñigo de Loyola

Firma de Iñigo de Loyola.

Durante su vida seglar, una vez muerto en desgracia su tutor, Juan Velázquez de Cuéllar, en cuya mansión aprendiera Ignacio las reglas de la cortesía y todo lo que un noble debía conocer, será María de Velasco, viuda de aquel y pariente de su madre, María Sánchez de Licona y Balda, quien le recomendará para entrar al servicio del duque de Nájera, virrey por entonces en la sojuzgada Nafarroa. La red de intereses de los castellanistas oñacinos se mantiene funcionando. Pero durante sus estudios en Alcalá y Salamanca varias veces las actividades de Iñaki y sus compañeros despiertan los recelos de la Iglesia y le llevan a dar en prisión. En una de esas ocasiones, en la cárcel salmantina, en 1.527, “...vino una vez D. Francisco de Mendoza, que agora se dice cardenal de Burgos.”

Los Mendoza, alma de la facción, seguían mirando por sus parientes. A los pocos días son liberados Iñaki y sus amigos.

Cap. IX - 87/8 El regreso a Gipuzkoa. Costumbres

Enfermo en Paris, los médicos concluyen que Iñaki necesita del aire de su patria como única forma de mejorarse, y así emprende el camino de regreso a sus tierras azpeitiarras. La predicción de los doctores parece cumplirse, mas veamos lo que cuenta Ignacio:

“Y hecho esto, montó en un caballo pequeño que los compañeros habían comprado, y se fue solo hacia su tierra. En el camino se encontró mucho mejor. Y llegando a la Provincia dejó el camino común y tomó el del monte, que era más solitario; por el cual caminando un poco, encontró dos hombres armados que venían a su encuentro (y tiene aquel camino alguna mala fama por los asesinos), los cuales, después de haberle adelantado un poco, volvieron atrás, siguiéndolo con mucha prisa, y tuvo un poco de miedo. Con todo, habló con ellos, y supo que eran criados de su hermano, el cual los mandaba para buscarle. Porque, según parece, de Bayona de Francia, donde el peregrino fue reconocido, había tenido noticia de su venida; y así ellos anduvieron delante, y el siguió por el mismo camino. Y un poco antes de llegar a la tierra, encontró a los susodichos que le salían al encuentro, los cuales le hicieron muchas instancias para conducirlo a casa del hermano, pero no le pudieron forzar.”

Grabado de Adrián Collaert (s. XVI-XVII) en que se ve a Iñigo de Loyola predicando en Azpeitia en 1535

Grabado de Adrián Collaert (s. XVI-XVII) en que se ve a Iñigo de Loyola predicando en Azpeitia en 1535.

Como podemos ver, los montes siguen siendo refugio de bandoleros, banidos y demás, como si la pacificación tras las guerras de los Aundikiak no hubiera sido tanta. Pero estos son en realidad dependientes de su casa solariega, que han salido en su busca porque desde Baiona se había extendido el dato de que regresaba a su tierra el “peregrino”. Es también interesante tener en cuenta el funcionamiento de ese sistema de comunicaciones que desprecia las fronteras impuestas. Lo veremos en plena operación más adelante, en las guerras Carlistas, confirmando en una forma que seguramente no hubiera sido del agrado del autor original de la frase, fuera Castel dos Ríos o Louis XIV, que para los vascos, en efecto, los Pirineos nunca fueron frontera de nada...

Cap. IX - 88/9

Iñaki no puede dejar de lado su ímpetu reformista, y endereza contra una vieja costumbre que llama “abuso”.

“Había también allá un abuso, y era éste: en aquel país las muchachas van siempre con la cabeza descubierta, y no se cubren hasta que se casan, pero hay muchas que se hacen concubinas de sacerdotes y otros hombres y les guardan fidelidad, como si fuesen sus mujeres. Y esto es tan común, que las concubinas no tienen ninguna vergüenza en decir que se han cubierto la cabeza por alguno, y por tales son conocidas.

Del cual uso nace mucho mal. El peregrino persuadió al gobernador que hiciese una ley, según la cual todas aquellas que se cubriesen la cabeza por alguno, no siendo sus mujeres, fuesen castigadas por la justicia; y de este modo empezó a quitarse este abuso.”

Cap. IX - 89

La dignidad ancestral. Tras haber pasado un tiempo entre los suyos, Iñaki retoma su camino. Habiendo vivido de la caridad y en el hospital, pretende seguir de ese modo, pero he aquí que, como señala su hermano, eso es una vergüenza:

Grabado de Carlos van Mallery (s. XVI-XVII) en el que se representa al papa Paulo III entregando la bula de la aprobación de la orden a Iñigo de Loyola el 27 de septiembre de 1540

Grabado de Carlos van Mallery (s. XVI-XVII) en el que se representa al papa Paulo III entregando la bula de la aprobación de la orden a Iñigo de Loyola el 27 de septiembre de 1540.

[...] Y después que se curó, decidió partirse para despachar los asuntos que le habían confiado sus compañeros, y partirse sin dinero; de lo cual se enojó mucho su hermano, avergonzándose de que quisiese ir a pie. Y por la tarde el peregrino quiso condescender en esto de ir hasta el fin de la Provincia a caballo con su hermano y con sus parientes”.

Y el Loiola cede esta vez ante el requerimiento familiar, como no podía menos de suceder. Un personaje de su alcurnia no podía exhibirse de un modo tan deshonroso en medio de sus gentes. Tal vez aún gravitaran en su ánimo los viejos tiempos, cuando de regreso de la casa de su tutor, el tesorero Velázquez de Cuéllar en Arévalo, “tentado y vencido del vicio de la carne”, acostumbraba exhibirse en el pueblo con las galas propias de su condición de hijodalgo y más aún, con coraza y cota de malla, espada y daga. Eran otras épocas sin duda.3 Con todo...

Cap. IX - 90

“Pero, cuando hubo salido de la Provincia, dejó el caballo, sin tomar nada, y se fue en dirección de Pamplona...”

Una vez cumplido el debido respeto a su familia, retoma su condición que ya nunca habrá de abandonar. La milicia celestial es ahora su destino.

1 “Gonçalves da Câmara era portugués, nacido por 1.519 e hijo del gobernador de Madeira. En 1.535 viajó a Paris para estudiar idiomas y filosofía, encontrándose allí con Pierre Favre y los otros camaradas, manifestando su interés en la empresa común. Precisamente Ignacio había dejado la ciudad para regresar a España. Una vez terminados sus estudios, Gonçalves da Câmara tornó a Portugal ingresando a la Sociedad en Lisboa el 27 de abril de 1.545. En 1.553 fue destinado a Roma para brindar informes sobre el estado de la Compañía en Portugal. Llegó a la Ciudad Eterna el 23 de mayo. En Roma se le eligió ministro de la residencia jesuita y permaneció allí hasta el 23 de octubre de 1.555, cuando dejó la ciudad para retornar a Portugal”. “Gonçalves da Câmara volvió a Roma en mayo de 1.558 para tomar parte de la primera Congregación General convocada para elegir al sucesor de Ignacio, durante cuyo transcurso fue electo asistente por Portugal del nuevo Padre General, Diego Laínez. El 3 de julio de 1.559 regresó a su país para desempeñarse como tutor del joven rey Sebastián y murió en Lisboa el 15 de marzo de 1.575.” (Tylenda, J., op. cit. en nota 3, p. 8, traducción del autor). La investigación actual arroja una luz algo extraña sobre la actuación del padre da Câmara en esa última función, que debería ser revisada con más profundidad.

2 Tylenda, Joseph N, SJ: “A Pilgrim’s Journey The autobiography of Ignatius of Loyola. Introduction, translation and commentary.”, Ignatius Press, San Francisco, USA, 2001, 204 pp.

3 El joven Iñaki se vio envuelto en 1.515 en un proceso judicial por causas que hoy no se conservan, motivado en el patronazgo ejercido por su familia sobre la iglesia de San Sebastián de Soreasu en Azpeitia, derecho que no fue respetado por su rector Juan de Anchieta quien, al retirarse, nombró para el cargo a un pariente. Iñaki y su hermano clérigo, Pero López, ejercieron algún tipo de presión por la fuerza y todo terminó en un serio problema. La sangre sin embargo no llegó al río aunque no conocemos el desenlace del proceso.

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